sábado, 2 de octubre de 2010

Con mis propias manos

Ver el artículo en Las nueve musas


5 comentarios:

  1. Primera vez que -¡por fin!- puedo entrar a tu blog. Muy chulo este post. Te mando un abrazo desde el caribe siempre caluroso.

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  2. Maestro!, por suerte todavia el arte es libre y podes disfrutar tu busqueda sin pre establecidos.
    Bueno!, por lo menos hasta que no pretendes vivir de tu arte, ahi se pudrio todo!, je je.
    Saludos a la familia.

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  3. Otra vez estamos de acuerdo: no haya nada comparable a la sensación que se tiene en el laboratorio, aunque yo lo he probado poco y hace años. Bueno, sí, hay una cosa que es igual: mirar a través del visor y hacer clic en el disparador. Está claro que las herramientas están ahí para utilizarlas, cada cual a su antojo, yo no tengo muchos conocimientos informáticos por eso me gusta preparar la foto, controlar la luz, enfocar bien... sin embargo a veces veo que se hacen fotos en función de lo que puedas hacer más tarde en el ordenador, que ese cable no me gusta: clonación; que ese edificio está torcido: correción de perspectiva... así que volvemos al principio: la foto está en la cabeza...házla!!!

    A mi me gustan tus fotos, seguro que ganan mucho en papel, mientras tanto gracias por ponerlas aquí y permitirnos opinar... saludos

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  4. en flickr he tenido la experiencia de que alguien ponga antes la foto original y la definitiva después de manipularla, a mi nunca me gustará hacerlo demasiado y esas fotos originales las veo horribles y superables por cualquiera, al igual que nunca me ha gustado el trabajo de laboratorio y creo que se mas de fotografia analogica que digital ... esta foto si no recuerdo mal era la que presentaba tu expo en el 2006 en BS !! :* (por cierto ... no habia ademas un comentario de ivette?)

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  5. Si Espe, es la misma. El comentario de Ivette es el siguiente:

    "La vida suele ser la suma de instantes. Atraparlos es un misterio que casi circunda el sortilegio. Desde el diminuto momento en que saltamos a la vida, hasta que ella misma nos tira y empuja para continuar el sendero. Entonces ¿qué sabemos de los sueños del oficinista? ¿O del anhelo del que fue obligado a ser hombre? ¿O del amor que espera tras la fatiga del vapor? ¿O de las manos que tejen remembranzas? ¿O del caminante del infinito? ¿O del cielo al que miramos siempre y nunca?
    Las respuestas son tan únicas e irrepetibles como la vida misma; pero algunas de ellas quedaron para siempre (para nosotros) atrapadas tras la ternura del blanco y negro y otras vez bajo el embrujo certero de Ariel Till." Ivette Carnota

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